Será en View, en el monográfico que esta revista dedicó a Max Ernst (marzo/abril de 1942) donde Leonora reúna, por última vez, la iconografía que ambos amantes habían tomado como suya propia.
Ese lenguaje secreto que sólo pertenece al ámbito privado de dos. Ese caballo y ese pájaro que Leonora Carrington y Max Ernst, una de las parejas más sugerentes y atractivas de aquel surrealismo parisino que ya era memoria, habían adoptado y habían compartido en pinturas y escritos. Y será Leonora, en aquel monográfico especial, quien decida reproducir uno de sus cuadros más emblemáticos, aquel retrato de Max Ernst, al que acompañará un brevísimo texto, titulado “El pájaro superior: Max Ernst”, a modo de tributo y adiós al hombre que había cambiado su vida irrevocablemente, en palabras de Susan Aberth.
“El Pájaro Superior se atusa los brazos, ahora convertidos en alas, desata al Miedo del fuego y se ata el mismo a su espalda, con sus crines. Escapan a través de los cuatro vientos que emanan del caldero como humo, como pelo, como viento. Sólo siete pececillos como cebras sin ojos yacen asfixiándose en el fuego en el fondo del gran caldero negro”.
Imagen superior: "Leonora en la luz de la mañana" (1940), de Max Ernst.
El pájaro Max y el caballo Leonora, unidos por el nudo que ata sus alas a sus crines, se elevan a través de los cuatro vientos que, como los cuatro elementos alquímicos, dan lugar a la quintaesencia, emanada del caldero alquímico o atanor, donde se produce la piedra filosofal. La Gran Obra. Un pájaro y un caballo unidos en un solo cuerpo que desaparecerá como humo, como pelo, como viento. Y tan sólo quedarán siete pececillos. Siete. El número que aparece, una y otra vez, en aquellos años neoyorkinos. Siete. El número de la perfección. Pero, también, el número de la maldición de Caín, el de la venganza de Lamec, el del perdón de Pedro. Siete. El número bíblico por excelencia.
(Extracto de mi artículo "Armada de locura: mi viaje a Leonora Carrington", incluido en Leonora 1917, el monográfico que Studia Hermetica Journal dedica a conmemorar el centenario de nacimiento de Leonora Carrington. En la imagen, de izquierda a derecha, Leonora Carrington, Marcel Duchamp y André Breton. Sentado, delante de ellos, Max Ernst. Nueva York, 1942).
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